El magnesio es un mineral esencial para el buen funcionamiento del organismo, aunque muchas veces pasa desapercibido. Participa en procesos fundamentales como la producción de energía, el equilibrio del sistema nervioso, la contracción muscular y la salud ósea. A pesar de su importancia, no siempre obtenemos las cantidades necesarias a través de la alimentación, lo que puede provocar fatiga, calambres, insomnio o incluso ansiedad.
Este mineral se encuentra en alimentos como frutos secos, semillas, legumbres, verduras de hoja verde y cereales integrales. Sin embargo, el ritmo de vida actual, el estrés crónico o una dieta pobre pueden afectar tanto su consumo como su absorción. En estos casos, los suplementos pueden ser una herramienta útil, siempre bajo orientación profesional.
Tipos de magnesio y cuál elegir
Existen varias presentaciones de magnesio, y cada una tiene propiedades particulares:
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Bisglicinato de magnesio: excelente absorción, ideal para calmar el sistema nervioso y favorecer el sueño.
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Citrato de magnesio: alta biodisponibilidad y fácil de digerir, ideal para personas con molestias estomacales.
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Cloruro y carbonato de magnesio: suelen utilizarse como laxantes o para tratamientos tópicos (dolores musculares, piernas cansadas).
Es importante entender que cuidar los niveles de magnesio no es una moda, sino una forma de prevenir desequilibrios que afectan directamente nuestra calidad de vida. Dormir mejor, sentir menos cansancio y mantener el sistema nervioso en equilibrio pueden depender, en parte, de este micronutriente.
En resumen, el magnesio no cura todo, pero su déficit sí puede pasar factura. Prestarle atención es una manera sencilla y efectiva de invertir en salud.